Reedición entrada blog marzo 2008
Aunque a primera vista pueda parecer la vejez un deterioro, en las personas de la tercera edad hay mucha riqueza. Tienen experiencias que han ido formando con sus éxitos y fracasos, viviendo días alegres y días tristes, llenos de esfuerzos y luchas.
La tercera edad es un tiempo de plenitud, no es el final sino la continuación de la vida.
Un antiguo cuento oriental narra la historia de un aguador que transportaba todos los días su mercancía en dos grandes cántaros de barro. El cántaro que llevaba en su lado izquierdo era nuevo y lustroso, mientras que el que portaba a su derecha lo había recibido de herencia de su padre, y éste a su vez de su abuelo. El viejo cántaro tenía algunas pequeñas grietas por las que se escapaba el agua.
Un día, el viejo cántaro, avergonzado de haber perdido en el camino más de la mitad de su contenido, le dijo al aguador:
- Ya soy muy viejo, siento vergüenza de no servir como el cántaro joven, que conserva cada gota del agua que transportas. Te pido disculpas por mi inutilidad, y comprendería que te deshicieses de mí.
A lo que el aguador respondió:
- Viejo cántaro, observa el lado del camino por el que tú pasas. Fíjate como está plagado de flores y cultivos, gracias a que día a día es regado con el agua que derramas al pasar.
Nadie pierde su valor por ser viejo, sólo cambia la aportación.
Catalina Gelabert Gelabert.