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Extrovertida y vital, cuesta imaginarse a Manuela atemorizada ante la vida. Pero así se sentía ante la perspectiva de buscar empleo a sus 51 años, después de toda una vida en la misma empresa de Reus. –“Desde los 16 años haciendo telas. Pero cierran la fábrica y no sabes hacer nada“-. A Manuela le daba miedo trabajar en algo completamente nuevo. “-Tengo una edad que no es para ap… Bueno, me parecía a mí que no era para aprender“-. Cambió de idea cuando entró en contacto con Cruz Roja. –“Aquí me escucharon, me ayudaron a hacerme el currículum por primera vez en mi vida, me ofrecieron cursos de oficios…“-. Cursos que ni siquiera tuvo tiempo de hacer: consiguió trabajo antes y aprendió su oficio actual, carnicera, sobre el terreno. –“Un sitio como éste, así, asegurada, donde terminar de cotizar los años que me quedan; esto no lo hubiera conseguido yo sola“-. Manuela reconoce que el trabajo le ha cambiado la vida. Económica y, sobre todo, moralmente. –“Ya me lo decían mis hijos: mamá, trabaja, que estás amargada”-.
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