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Se llama Rabea, Bea para los amigos. Con ese diminutivo evita algunos de los problemas que le causa su nombre. Pero cuando un empresario recibe su currículum no mira donde dice “nacionalidad española”: -“ellos sólo ven el nombre árabe. Eso frena a mucha gente”. Y es que Bea es de Ceuta. Llegó a Madrid de muy jovencita, con una beca para estudiar perito industrial, pero muy pronto se enamoró de un ingeniero aeronáutico y abandonó los estudios para seguirle a Barcelona. –“Hice mal”- reconoce ahora. Pronto se quedó sola, con un hijo. Pero entonces era joven y no tenía problemas para conseguir empleo: Alfa Romeo, una inmobiliaria, una boutique, … Ahora, sin embargo, le es muy difícil encontrar trabajo, y ha tenido que volver a estudiar, en los cursos que le ofrece Cruz Roja: Recepción y Comunicación, Tallerista de sistemas de Teleasistencia, … –“Aquí te dan la base y luego tú tienes que arreglártelas buscando trabajo”-. Aunque, de momento, está haciendo prácticas en la institución, con los voluntarios -“chapeau a lo que hacen”- comenta con admiración. Ella está muy a gusto entre ellos –“Es que Cruz Roja engancha”-.
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